Dejar de fumar: #4 aguantar lo que se pueda

¡Llegó la primera gran prueba! llegó el fin de semana. ¿Cuál podríamos creer que sería el reto principal con el diario del viernes? básicamente intentar prender el primer cigarrillo lo más tarde posible y disfrutar de una mañana sin humo. Es notable la diferencia a un día de semana promedio. En mi caso, estar ocupado hasta la tarde me ayuda a no pensar tanto, pero lo difícil de un sábado o un domingo es contar con tiempo libre por la mañana.

Sábado con altibajos. En mi plan ideal un sábado a la mañana es un hermoso momento para salir a hacer ejercicio. De hecho, no hace mucho tiempo, hacía maratónicas salidas con la bicicleta. Avenida Álvarez Thomas, Avenida Galván, Avenida Balbín, Avenida Bartolomé Mitre, Carlos Francisco Melo y bajar hasta el río. Recuerdo la sensación al sentir el aire frío y puro en la cara de una mañana soleada sin cigarrillos. También recuerdo el lamentable pensamiento de recompensa cuando vuelva a casa: “esta vez me merezco el puchito, mira todo lo que pedaleé”. Muchos me entenderán a la hora de justificar un cigarrillo, al día de hoy si lo pienso dos veces me resulta absurdo.

Retomando, un sábado normal se podría decir, no hubo ni bicicleta ni vistas lindas, todo lo contrario. Me tomé un descanso del esfuerzo que hice durante la semana y fumé lo que suelo fumar un día libre (o un poquito menos). Eso sí, el primer cigarrillo ¡lo estiré casi hasta el mediodía! ¿Vale o no vale? Quizás, me gusta pensar que si. Por la tarde igual, lo normal. Jugaba Boca, así que el pucho antes del partido, en el entretiempo y después del partido estuvieron presentes. Sí hay algo que me gustaría destacar, es que después de las 6 de la tarde, y hasta las 3 de la mañana ¡fumé sólo dos cigarrillos! Me junté a cenar en Boedo, pero antes de llegar pasé por el Shopping Abasto para ver unas cosas en un local de ropa. Valoré mucho el autocontrol de no fumar apenas bajé del subte o apenas salí del shopping, ya que es algo normal en mi vida y es algo que hace dos semanas seguramente hubiese hecho, pero no, “no lo necesitaba” me dije, y me mantuve ocupado con algunos chicles y una botella de agua.

El domingo fue otra la historia. O mejor dicho, la misma de siempre. No tuve tanta fuerza de voluntad, de hecho no tuve nada de fuerza de voluntad. Mantuve el primer cigarrillo cerca del mediodía, pero al no hacer nada por la tarde terminó siendo un día promedio en cuanto a la cantidad. Ahora contando y haciendo memoria, deben haber sido cerca de diez cigarrillos en el día. ¿Es mucho o poco? Y… teniendo en cuenta que en otro momento podrían haber sido veinte, parecen pocos. Ahora, sabiendo que al menos un solo cigarrillo hace destrozos con mi salud, ¡parece ser un montón! Pero no quiero bajar los brazos, es sólo el primer fin de semana.

La conclusión es bastante clara: ocupar el tiempo sigue siendo la clave… y ahora sumo una nueva: aprender a convivir con ese pensamiento de “no necesitar” fumar. Porque cuando no lo necesito, ahí es cuando realmente empiezo a ganar la batalla (pero no la guerra)… todavía.

Sebastián Petrucci
Sebastián Petrucci
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