Para poner en contexto lo que implica en mi caso dejar de fumar, les cuento que últimamente fumo entre 10 y 15 cigarrillos al día. De qué depende? principalmente si trabajo, si voy a la facultad, si salgo con amigos o a comer, etc. Los cigarrillos que más me cuestan y los que prendo casi automáticamente son: después del desayuno, después de comer, antes y después de cursar una materia, al salir de la oficina y “el último” antes de dormir. Otros que necesito recordar son los que me acompañan del subte a casa, o todos los que fumo antes de tomarme un micro o un avión.
Los primeros tres días de esta última semana fueron bastante parecidos. Tomé la decisión de no salir de casa a la mañana con los cigarrillos. Para mi sorpresa, no fue difícil aguantar. Si bien por momentos en la oficina tenia el impulso de salir a fumar, me contuve y resolví la abstinencia con un mate o un chicle. También fue difícil el camino hasta el tren (aproximadamente 10 cuadras). Apenas salí de la oficina no paré ni de tomar agua, ni de comer mentitas.
Apenas abrí la puerta necesitaba activar, hacer algo para mantenerme activo y no caer en la tentación. Fue así que agarre la bicicleta y salí a pedalear. Creo que lo considero una gran decisión, no solo porque gano en salud y hago un poco de ejercicio, sino también porque me mantiene ocupado. Recorrí no mucha distancia, llegué a la estación de tren de Villa Pueyrredón, me quede unos minutos sentado viendo trenes y volví.

Al llegar a casa cerca de la hora de la merienda prendí el primer cigarrillo del día. A la hora de dormir había prendido un total de cinco cigarrillos, nada mal! Creo que la clave de estos tres primeros días fue mantenerme ocupado, pude evitar pensar en prender y lo considero un avance, aunque en mi cabeza sabía que a la tarde llegaba la recompensa (un cigarrillo de recompensa, ridículo).
Lo que sentí en mi cuerpo en cuanto a mi salud es un motor increíble, me sentí liviano, fresco, activo. La verdad es que apenas prendí el primer cigarrillo del día sentí como la energía en mi cuerpo se desmoronaba. Tan sólo imaginar sentirme todo el día así es lo suficientemente deprimente como para que por lo menos, los días de oficina, ni se me ocurra salir con los cigarrillos de casa. Como primera medida me parece una buena opción. El desafío vendrá cuando no salga a andar en bici o llegue el fin de semana, pero para eso ya habrá tiempo.